Un espejo para reflejarnos
En El hombre sabio y el hombre necio, el terapeuta y escritor Gabriel Castellá invita a la reflexión. En su libro da la posibilidad de que el lector explore, descubra, conozca mejor, piense y repiense acerca de nuestras actitudes y el modo en que nos situamos en la vida. Según Castellá, El hombre sabio y el hombre necio es un espejo en el cual el lector se podrá observar "para percibir qué virtudes y qué defectos anidan en su ser y qué puede hacer con ellos".
Entender qué nos pasa
El hombre sabio y el hombre necio es un compendio de reflexiones acerca de los temas ante los cuales el hombre debe actuar. Habla de la esperanza, del pensamiento, del humor, de la sensibilidad, del arte de vivir y de la paz. "Para plasmar El hombre sabio y el hombre necio traté de considerar toda la rica gama de la problemática existencial —dice el autor— Y, a partir de allí, me formulé dos planteos muy sencillos: ¿Cómo se palpita desde la sabiduría cada avatar y circunstancia existencial? y ¿cómo se lo hace desde la necedad?"
Estos dos planteos no constituyen una tipología humana, sino un texto que es un espejo. "No use este espejo, por favor, para auto-calificarse-advierte Castellá- o, eventualmente, des-calificarse, sino para auto-observarse, en sus actitudes, sus valores ante la vida, qué principios sustenta y cuáles rechaza",
A continuación, ofrecemos un extracto de los escritos de Gabriel Castellá.
ACEPTACIÓN
Porque el hombre sabio acepta los hechos, tal como son, de vela la clave para que la realidad muestre sus recónditos secretos.
Porque el hombre necio lucha contra la realidad se estrella contra su granítica estructura.
Cuando los hechos lo superan, el hombre sabio lo acepta. Cuando los hechos lo superan, el hombre necio se resigna.
Con la aceptación, el hombre sabio ve lo que aún se conserva. Con la resignación, el hombre necio ve aquello de lo cual se carece.
Con la aceptación, el hombre sabio pone en marcha la acción más sabia.
Con la resignación, el hombre necio paraliza toda la acción.
Con la aceptación, el hombre sabio encuentra fortaleza y serenidad.
Con la resignación, el hombre necio siente impotencia y desconsuelo.
JUSTICIA
El hombre sabio ama y hace crecer la justicia.
El hombre necio combate la injusticia con injusticia.
El hombre sabio siempre respeta el espíritu de las leyes aunque, a veces, no lo haga con su enunciado.
El hombre necio quebranta el espíritu de la ley aunque respete su enunciado.
LIBERTAD
El hombre sabio es un ser autónomo que hace de lo singular y lo original su signo de distinción.
El hombre necio es un autómata que hace del estereotipo su prototipo.
Para el hombre sabio la libertad consiste en reverenciar la vida y sus valores. Para el hombre necio la libertad consiste en realizar todo lo que se le antoja.
El hombre sabio recrea su ser con cada decisión. El hombre necio teme poner en peligro su ser con cada decisión.
Las opciones y alternativas que s ele presentan al hombre sabio estimulan y enriquecen su capacidad de decisión. Las diferentes variantes que las circunstancias le ofrecen al hombre necio entorpecen su capacidad de decisión.
El hombre sabio cumple con júbilo su deber. Por eso es libre. El hombre necio se rebela contra su deber. Por eso es dependiente.
El hombre sabio siente el deber integrado a su esencia. Por ello, con él, recrea su libertad. El hombre necio siente el deber como una imposición. Por ello lo vivencia como un atentado contra su voluntad.
LIBROS
El hombre sabio entabla con el libro una entrañable e insustituible amistad. El hombre necio establece con el libro una relación fría y distante.
El hombre sabio encuentra en el estudio el goce de ampliar y elevar su conciencia. Ahondando su necedad, el hombre necio siente con el estudio tedio y aburrimiento.
El hombre sabio estudia para hacer excelso su servicio. Lo motiva la caridad. El hombre necio estudia para demostrar que sabe. Lo motiva la vanidad.
MUERTE
Para el hombre sabio la muerte es como llegar a puerto. Por eso, la acepta con paz. Para el hombre necio la muerte es como un naufragio. Por eso, la encara con terror. Porque ama intensamente la vida, el hombre sabio también ama la muerte. La sabe parte de ella. Porque no valora adecuadamente la vida, el hombre necio desprecia la muerte. La cree enemiga de la vida.
Para el hombre sabio la muerte conlleva la luz del verdadero amanecer.
Para el hombre necio la muerte es la oscuridad definitiva y total.
ROSTRO
En el rostro del hombre sabio resplandece el fulgor de la bondad.
En el rostro del hombre necio se hace ostensible la sombra de la mezquindad.
El rostro del hombre sabio refleja la travesía de su espíritu. El rostro del hombre necio refleja la senda de necedad recorrida.
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